La increíble sensación de Correr

de Martín B. Máspero

 

Se acercan las dos carreras más importantes del año para los fondistas. Los 21km y 42km de Buenos Aires.

Muchos de nosotros nos preparamos todo el año para correrlas. Yo particularmente considero la de 42 km como «La Carrera»… Como corredor, siento el rigor de los entrenamientos. El domingo pasado, corrí 30km de fondo a un ritmo de 6:01 m/km. Los primeros 10 km, tuve que hacer un gran esfuerzo para regular la velocidad, ya que mis piernas me pedían 5:00 m/km.

Ya…después del km 15, comencé a sentir un cansancio en la cintura. En la parte de atrás, sentía un dolor en el sacro como si punzara a ambos lados…. y poco más adelante, comencé a sentir ese dolor en ambas inglés… En los últimos 10 km el esfuerzo fue para no subir más de 6:00 m/km.

Me llamó la atención, que estaba funcionando el tronco como disparador de la zancada. Cosa que estuve trabajando hace tiempo a raíz de un consejo que recibí. Leí un libro muy interesante que se llama «El Correr Chi». Donde decía que se corre con los «abdominales». En realidad, su autor, dice que a partir del tronco, nace el impulso de las piernas. Por lo que resaltaba la importancia de trabajar y fortalecer el tronco. Los músculos abdominales (rectos superiores e inferiores y oblicuos). «Tronco de acero, piernas de algodón». El tronco hace la fuerza y las piernas acompañan relajadas los movimientos generados por éste…

Hay un mecanismo de torsión que nace en la cintura escapular con los movimientos de balanceo de los brazos. Éste se transmite por el raquis ejerciendo una torsión de la pelvis. Que llega a un punto de energía potencial máxima, hasta «dispararse» en una contrarotación que proyecta la hemicadera hacia adelante; proyectando la pierna. El complejo psoas ilíaco-cuádriceps inician entonces la zancada. La pierna debe estar relajada. Y debemos sentir esa pequeña sacudida que genera al estirarse, momento previo antes de apoyar el pie para el impulso. Una vez apoyado el pie, los isquiotibiales en una primera instancia impiden que la rodilla se desplace hacia adelante. Se ponen tensos para frenar este impulso. Luego colaboran para elevar los tobillos del piso… En este momento, el otro brazo, balancea…iniciando un nuevo ciclo con la otra pierna.

Comencé a sentir a mis 49 años, cada movimiento del correr… sentí la integración de cada segmento del cuerpo y la sincronización que a la larga permite maximizar el rendimiento y reducir cualquier gasto de energía inútil. Antes, me daba la sensación de estar dividido en tres partes independientes que no se conectaban entre sí… Un correr aparatoso, desincronizado y contenido… diría mi entrenador. Y de gran consumo extra de energía…acoto yo.

A veces lamento haber descubierto toda la maravillosa maquinaria del esqueleto, tan tarde en mi vida. Pero también me maravilla que a pesar de que los años pasan, puedo correr cada vez más rápido y más lejos… y sentirme todo lo joven que quiero… y también verme más joven de lo que soy…

Entendiendo el running y «sufriéndolo» en carne propia, me he aventurado en estudiar el impacto de la actividad física en el esqueleto y particularmente en la columna. Descubriendo de qué manera nos vemos afectado por tanto impacto.

Una experiencia fascinante… tan fascinante como entender que desde la pisada, hasta la primera vértebra que sostiene el cráneo, en un perfecto juego de equilibrio y en una complejísima trama; nuestro cuerpo nos regala la maravillosa experiencia de correr…

 

Dr. Martín B. Máspero

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